Imperfecciones, topes, baches o circular frecuentemente por vías sin pavimento, pueden causar que los sistemas de suspensión y dirección sufran variaciones en su calibración, lo cual genera que el auto no ruede de forma ideal, generando mayor consumo de combustible, daños en llantas y múltiples piezas que componen estos sistemas.
A continuación, te contamos en que consiste cada procedimiento:
Balanceo
Mediante este trabajo, se empareja el peso en las llantas para que los rines estén todos iguales y giren de manera uniforme, lo cual se logra añadiendo pequeñas piezas de plomo que tienen diferentes pesos y se enganchan al rin en distintas posiciones para homogenizar toda la masa alrededor del eje. En caso de que los rines se encuentren deformes o golpeados, hay que rectificarlos antes del balanceo, para lograr un óptimo trabajo.
El balanceo permite que las llantas giren sin provocar vibraciones en el auto cuando circula a altas velocidades.
Alineación
Este proceso permite revisar la altura de los ejes delantero y trasero con respecto al piso, también se verifica la verticalidad de los planos de las llantas delanteras y que esos planos delanteros coincidan con los traseros.
La alineación ajusta los ángulos de las ruedas, las mantiene perpendiculares al suelo y paralelas entre sí.
¿Cuándo hay que alinear?
Al detectar que las llantas delanteras apuntan en una dirección y las traseras en otra. |
Cuando alguna de las llantas presenta patrones de desgaste excesivo o irregular. |
Si a la hora de conducir en línea recta, el volante no está centrado. |
Cuando el auto tiente a inclinarse hacia un lado mientras conducimos. |
Si soltamos el volante y el auto jala para algún lado, en lugar de permanecer recto. |
¿Cuándo hay que balancear?
Si detectamos que el volante vibra exageradamente. |
Cuando al alcanzar altas velocidades se sienten ruidos y vibración. |
Siempre que se ponen llantas nuevas. |
Al montarlas después de hacer cualquier reparación |