El Auto Show de París es el más antiguo del mundo, su primera edición se remonta a 1898 y aunque en el tiempo ha cambiado de sede y de nombre, lo cierto es que está considerado como uno de los más importantes a nivel mundial. Se realiza de forma bienal, en los años pares y se turna con Frankfurt que se lleva a cabo en los nones. Evidentemente se trata del salón más importante de Europa en el año en que se realiza, para muestra basta decir que en el última edición acudieron más de 1 millón de personas.
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Aunque el nombre de mayor tradición es Salon de l’Automobile, actualmente se denomina Mondial de l’Automobile y se lleva a cabo en el Paris expo Porte de Versailles en el mes de octubre.
En los últimos diez años los Auto Shows han enfrentado a más retos y amenazas que en el resto de su historia (sin considerar los momentos de Guerra en donde no se llevaron a cabo). Factores tan diversos como el hecho de que el automóvil ha dejado de ser un bien aspiracional para una buena parte de la población joven, vaya muchos ya ni siquiera tramitan su licencia para conducir. O Internet, que pone a disposición y de forma inmediata toda la información acerca de las presentaciones que suceden en los Auto Shows, muchas veces antes incluso de que se inaugure la exposición ocasionando que para muchos deje de resultar interesante asistir. Tampoco podemos olvidar las diversas crisis que ha sufrido la industria ya sea de Norteamérica, Europa o Asia, y que ha obligado a los fabricantes a orientar mejor sus esfuerzos, lo que muchas veces significa no participar en un salón u otro.
Es importante recordar que de un par de ediciones a la fecha, el Auto Show de Tokio dejó de contar con la participación de prácticamente todas las marcas occidentales, resulta que el mercado local prefiere tanto los vehículos de marcas japonesas que estar presente en el salón nipón dejó de hacer sentido para la gran mayoría del resto, salvo por algunas premium. Está también el caso del Auto Show de Detroit, que si bien se mantiene como el salón más fuerte del continente americano, los Auto Shows de Los Ángeles y Nueva York ganan relevancia año con año y le han robado buena parte del protagonismo que gozó en algún momento el evento de la ciudad natal de Henry Ford. Por ejemplo, lo anterior explica el por qué Ferrari que vende muy bien en California prefiera asistir al Auto Show de LA en lugar del de Detroit.
Aún con todo lo anterior, resultaba difícil de prever que un Auto Show como el de París se debilitara, la combinación de ser el salón más antiguo del mundo, en la ciudad luz, la fuerza de las firmas francesas que juegan de locales y el hecho de que el resto de las marcas europeas nunca faltaban lo hacían lucir invulnerable.
Sin embargo, para este año el Auto Show de París no fue lo que en ediciones anteriores. Por principio de cuentas faltaron marcas como: Bentley, Rolls- Royce, Lamborghini o Aston Martin que siempre adornan un salón, aunque la gente que asista no sea precisamente target para una marca tan exclusiva, tampoco estaba Volvo, aun cuando toda su competencia frontal sí. Sin embargo la ausencia de Ford, una marca de volumen y de gran aceptación en Europa, número dos del mercado europeo solo detrás de Volkswagen y cuyo Fiesta es también uno de los dos más vendidos del mercado junto con el Golf si supone un foco rojo, otra ausente en este rubro de las marcas más mainstream fue Mazda.
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Por último, si analizamos las novedades exhibidas encontramos relativamente pocos concept cars y debuts completamente nuevos, predominando más bien las presentaciones de nuevas versiones de modelos ya existentes.
Aun con lo anterior, no podemos calificar de pobre al Salón Parisino en 2016, los stands eran de primer nivel y la cantidad de presentaciones fue suficientemente nutrida, pero no resultó tan abrumador como en ediciones anteriores.
Es un hecho que los Auto Shows no van a desaparecer de la noche a la mañana (salvo por el de México que se esfumó así), las grandes muestras automotrices como Detroit, China, Ginebra, Frankfurt, París, Tokio o Los Ángeles se seguirán llevando a cabo durante un buen tiempo, pero lo cierto es que hemos empezado a ver que se deterioran poco a poco, encaminándose a un final que parece inevitable.